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Es impresionante el impacto provocado por que Chayanne bailó “Tiempo de vals” con su hija Isadora Sofía en su fiesta de 15 años. Aunque el artista ya lo había anunciado durante sus conciertos en Puerto Rico, el haber danzado la canción con las que miles de jovencitas han festejado sus quinceañeros ha desembocado en innumerables reacciones de todo tipo. Sin dudas, no es lo mismo escucharlo decir: “Pronto me toca a mí” (antes de interpretar el tema en el Choliseo) que ver esas fotos y videos de Chayanne vestido de etiqueta junto con su hija ataviada de blanco.
Quien me conoce sabe que he seguido la carrera de Chayanne desde sus inicios y de muy cerca. Y, para los que no lo sepan, pues así ha sido. Por azares de la vida desde que comencé a laborar en la prensa escrita me tocó hacerlo en el área de televisión y espectáculos, donde permanecí —feliz y orgullosamente— por más de 20 años. Y, todavía hoy, continúo unida a ese maravilloso mundo. En fin, conozco a ese tipo al que llamamos Chayanne desde sus inicios en el mundo musical. Y, además, he contado con el privilegio de ser su amiga, con todo lo que eso significa.
Y no lo digo para incitar la envidia de nadie, como le pasó al colega Alexis Zárraga Vélez, quien recientemente escribió una divertida columna titulada “Carta a mi amigo Chayanne”. ¡Les recomiendo que la lean! Aunque no estoy totalmente de acuerdo con algunos de sus planteamientos, la pieza está genial. En términos generales, confiesa la envidia que siente por la vida e imagen de príncipe que sigue luciendo el artista a sus casi 50 años y el regalo incomparable que le hizo a su hija de bailar “Tiempo de vals” con ella, etcétera.
Es entendible el sentimiento de Alexis. Pero puedo asegurarle que no existe mayor alegría o regalo para cualquier quinceañera que tener a un PADRE a su lado; le haga una fiesta o no, baile con ella o no, el mejor obsequio que puede tener a esa edad o cualquiera otra es contar la bendición del amor y apoyo de un padre, sea biológico o de crianza.
De hecho, por eso es que les cuento que estoy segura de que para Isadora ese fue el mejor obsequio: tener a su lado a un padre amoroso, abnegado, responsable, que la ha apoyado en cada momento de su vida y así seguirá siendo por siempre. Isadora (y Lorenzo Valentino) cuentan con un padre que, a su vez, aprendió del suyo lo que es ser un verdadero progenitor, al igual que lo hicieron todos sus hermanos. Eso se aprende en la casa. Y la lección en el hogar de los Figueroa-Arce fue perfecta.
Así las cosas, más importante que el maravilloso momento que vivió Isadora cuando bailó con su padre, fue lo que le dijo al oído. Por encima de muchas cosas en la vida se encuentra el privilegio de contar con el amor de un padre. Por esto millones de hombres en el mundo no tienen nada que envidiarle a Chayanne.
Isadora, a quien conozco desde bebé y con quien su padre se dejó fotografiar por primera y única vez (por la extraordinaria fotoperiodista Ingrid Torres) para presentarla al mundo a través de un reportaje que hiciera en el 2001 en Argentina, es una niña maravillosa y consciente de lo verdaderamente importante de la vida. (Aquí la foto, por aquello de que hoy es jueves de TBT). Desde ese entonces y siempre ha estado clara de esto, por lo que, por encima del baile y el glamour que sin dudas rodeó su quinceañero, está el amor incomparable de papá. ¡Felicidades, Isadora!
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